El Pozo Grajero, en la localidad leonesa de Lario, recibe los cuerpos sin vida de cerca de 13 personas que horas antes habían sido apresadas en Ponga, al otro lado de la línea que divide Asturias y León, el 13 de noviembre de 1937.Todo estaba encaminado a que los cuerpos jamás fueran encontrados y permanecieran en el olvido. Pero una de las víctimas de los nacionales pudo escapar de esta gruta, conocida por su oscuridad y porque allí anidaban cientos de pájaros (de ahí el nombre de grajero).
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