Para elegir qué tipo de prendas confeccionar, Barrieto partió de la idea de que en las bodas las novias no solo se visten para que las vean los invitados, “sino para que por la noche las desvista el marido”. Fue así como decidió fabricar un particular “postre” que el recién casado puede degustar en la noche más importante de su vida. Se compone de un vestido hecho con 2.000 pétalos de rosa deshidratados en azúcar; pendientes, pulseras, anillos y gargantillas de caramelo, un sosten de tela de champaña y un yugo de flores comestibles.
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