Edward Mike Davis dirigía una empresa petrolífera en Texas a finales de los 70, la Tiger Oil Company. A él le gustaba que le llamasen Tigre y de su carácter ha quedado constancia histórica en forma de los comunicados internos que redactó para aleccionar a la plantilla. La compañía quebró a principios de los ochenta. Algunas recomendaciones pueden sonar al principio como una reclamación lógica, pero el jefe demuestra muy poco tacto y acaba sus consejos con formas bruscas en el mejor de los casos. Sus comunicados internos no tienen desperdicio.
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