En el experimento del OPERA se utilizaron dos relojes situados uno en el emisor de las partículas (CERN) y el otro en el receptor (Gran Sasso) sincronizados con una enorme precisión gracias a un satélite GPS situado en una órbita de unos 20.000km. El equipo tuvo en cuenta todo tipo de detalles para minimizar el error de la medición, incluyendo hasta el tiempo que tarda la señal GPS en llegar a los relojes, un trabajo muy minucioso, obviamente pasaron algo por alto y Ronald van Elburg de la Universidad de Groningen nos lo explica.
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