Es inevitable. Parece una ley de la naturaleza. Hemos desarrollado un software con todo nuestro cariño (vale, a veces sin tanto cariño). Hemos superado con éxito los despliegues en pruebas y pre-producción, las correspondientes pruebas en esos entornos, etc (porque...¿hacéis pruebas verdad?). Y vamos a instalarlo en el entorno de producción, llega el gran día...y el gran fracaso. ¿Qué ha pasado?
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