Sus intervenciones personales, en mi opinión brillantes y de eficacia incontestable, las califican de payasadas, y algunas, tal que la impagable con Charlton Heston, a propósito del libérrimo derecho a portar armas de fuego, la juzgan una crueldad ejercida sobre un anciano, y no como un ejercicio legítimo de mostrar a los espectadores la catadura del portavoz de la ley del Oeste.
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