Todos los animales que se venden frescos en el mercado se venden muertos y casi siempre pelados o despellejados e incluso troceados. Todos excepto los crustáceos, los moluscos, los cefalópodos y los peces -conocidos comestiblemente como marisco y pescado-, que son los únicos animales que se venden vivos (o bien moribundos o bien fenecidos en el camino), se cocinan vivos, e incluso hasta se pueden comer vivos.
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