La medicina popular también ha empleado desde tiempos inmemoriales la miel como desinfectante, en pequeñas heridas, o como tratamiento contra el acné. Se daba por supuesto que la elevada concentración de azúcares de la miel era la responsable de la muerte de las bacterias. Supuestamente esta concentración supone una concentración osmótica tan elevada que producía la ruptura de la pared bacterial. Pero parece ser que hay alo más.
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