La paquistaní de 20 años de edad, que vivía en el norte de Italia, fue asesinada por su padre, quien alega que estaba "salvando el honor de su familia". "Yo soy un buen padre", insiste Saleem. "Antes, mi hija era muy buena, pero, de repente, cambió". Lo que cambió "de repente" fue el estilo de vida de Hina. La joven, que fumaba y vivía con su novio italiano, había dejado de ser una niña asiática para convertirse en una mujer occidental. Según Naciones Unidas, cada año, en todo el mundo, 5.000 mujeres y niñas pierden su vida de forma similar.
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