Psicólogos estadounidenses han descubierto que hay un vínculo entre la limpieza, la higiene, los colores claros y lo moralmente bueno; y entre la suciedad, los colores oscuros y lo malo. Los autores especulan con que nuestro cerebro habría evolucionado para mantenernos alejados de la suciedad, potencialmente infecciosa y siempre oscura, y para acercarnos a lo limpio.
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