Utilizar la fe por la vía judicial y la comunicación amarillista para afianzar una posición partidista en medio de esta refriega política sin piedad que nos aqueja, supone la misma falta de respeto por las convicciones y emociones que la fe conlleva que el acto que se va a juzgar, pues no es una forma de defender la práctica religiosa y, además, se aleja del mensaje de misericordia de Jesús. Este artículo ha sido escrito conjuntamente con Daniel Izuzquiza S.J., jesuita y director de la revista 'Razón y Fe'
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