Los inspectores de Burgos reconocen que ocultaron durante un mes su participación en este momento vital en el garaje de Raquel Gago y sólo lo admitieron tras levantarse el secreto de sumario, pudiendo incurrir en presunto delito de falso testimonio. Pero también confiesan que no hubo custodia de Policía Científica para llevar a Comisaría el revólver homicida y no consiguen aclarar quién ni cuándo manejaron ésta y otras pruebas.
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