Pocos lugares están tan politizados como las redacciones de las televisiones públicas y en pocos medios influye tanto la filiación a un partido para medrar o ser degradado. O para ser querido u odiado. La APM no publica un comunicado cada vez que los editores del telediario retiran del guión una noticia porque afecta a un cargo del Gobierno. Tampoco lo hizo cuando un sindicato de RTVE caricaturizó como a Adolf Hitler a su presidente.
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