Es lo que indignó a este verdadero “cura de la calle”, el cura Berríos: esa ‘pobre niña rica’ que había aprendido en su escuela y por su formación a quejarse, con tono existencial y hasta las lágrimas, por un Dios que permite la pobreza, mientras no reflexionaba –no era capaz de hacerlo- que ella y sus padres acumulaban, ‘acaparaban’, en sus refrigeradores el 90% de la torta de las riquezas....
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