Siguieron el consejo más repetido por expertos y políticos para soportar la crisis: estudiar. Pero, de momento, la ventaja que creían tener no aparece por ninguna parte. El desequilibrio entre sistema educativo y productivo es elevado. Y tras invertir años, dinero y esfuerzo en estudiar, los jóvenes licenciados en paro se sienten frustrados y desengañados. Algunos se preguntan, ¿tanta ilusión para esto?
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