Un rayo que impacta en el bosque, no muy lejos de la carretera de Pedrògão Grande, hace sobresaltar a los ocupantes de los coches que por allí circulan. Al rato, comienzan a verse los primeros focos de fuego. El bosque comienza a arder. Arde mientras los habitantes de la zona y los que por allí pasaban comienzan a huir. Y lo hacen por esa misma carretera por la que, según los indicios, el fuego no va a propagarse.
Sin embargo, esa tarde de junio, el incendio forestal se llevó por delante 67 vidas.
|
etiquetas: pirocúmulos , incendios forestales , tormentas secas , cambio climático