Hay que ver cómo cambian las cosas según cómo se cuentan. En el siglo XII, el arzobispo de Compostela, Diego Gelmírez “mangó” una buena colección de reliquias de las iglesias de Braga, ciudad portuguesa que pertenecía a su diócesis, para enriquecer el patrimonio de Santiago. A aquello se le llamó “pío latrocinio” lo que hizo el obispo Messeguer con las obras que se llevó de las parroquias aragonesas (y leridanas) que dependían de su diócesis, no se le ha llamado nunca “latrocinio”, ni siquiera anteponiéndole lo de “pío”. Se le llama “rescate”
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