«En los años 80, cuando fui a pitar un partido a la pista del Cajasur de Córdoba en Primera B. En una jugada, le pité una falta a uno de los dos americanos y me dio un azotazo en el culo como diciéndome «ok, vale». Ahora, nos ha llegado el caso de una árbitra de rasgos asiáticos a la que le gritaban que abriese bien los ojos, y eso le había resultado muy doloroso».Cuando voy a ver partidos de categorías inferiores y me siento en la grada entre la gente me horroriza escuchar algunas cosas. Pienso: ‘madre mía
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