La nube de contaminación insalubre que se posó sobre Beijing hace unos meses, que captó la atención de los medios internacionales no es el único signo visible del rápido crecimiento económico chino que resulta en peligros ambientales. Incontables ríos y lagos han sido también contaminados por fábricas cercanas y a veces, por la basura arrojada por residentes locales.
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