Cerca de cien mil personas se reunieron ayer en el centro de Roma para pedir que el satélite norteamericano UARS, que caerá el próximo viernes a la Tierra, se precipite exactamente sobre la cabeza del controvertido político. El artefacto, de casi siete toneladas de peso y propiedad de la Nasa, agotó su combustible en 2005 y lleva sin control en el espacio desde esa fecha.
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