Cuando todavía era un cachorro, el oso Baloo fue encontrado herido en un bosque en Straja, Rumania. Los guardabosques lo trasladaron para que recibiera tratamiento, pero cuando estuvo recuperado no se liberó, sino que pasó a ser propiedad privada de una estación de esquí. Hoy, 23 años después, sigue atrapado en una pequeña jaula, expuesto al acoso de los turistas, quienes a menudo lo molestan pinchándolo con palos entre las rejas.
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