El fiscal mantiene que Albert G. mantuvo una relación sentimental con la chica entre los años 2009 y 2010, y que durante este tiempo, en que convivieron en Bordils, el procesado mantuvo una actitud de constante violencia contra la chica, a quien habría agredido física y sexualmente varias veces, provocando una situación de dominio y control sobre ella.
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