Paso a paso, la historia es la misma que la mía. A veces son parejas o señores mayores solos. Te invitan a cenar y te meten en una partida de cartas en la que nunca pensaste que podrías entrar a apostar. Esa es la variante bonita. La fea: te drogan la comida o la bebida y te lo quitan todo. Luego te tiran en un callejón cualquiera de la ciudad. Te amenazan, te coaccionan. Son profesionales y no van a dudar en actuar. Me había salvado de una muy grave.
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