Estos peces consiguen que vuelva a crecer el tejido cardíaco y, entre otras cosas, su aprovechamiento para la ciencia supondría el fin de los trasplantes de corazón. Aunque la estructura del corazón del pez cebra es distinto del humano, según los científicos hay suficientes similitudes como para conseguir un avance. Según Peter Wissberg, director de la Fundación Británica del Corazón, "Hay que encontrar la explicación biológica y adaptarlo a los seres humanos". Ya han descubierto una molécula clave que estimula el crecimiento: beta-thymosine 4
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