El mundo entero asiste atónito estos meses a la gran caída del petróleo. Las razones y las consecuncias de la caída del crudo son numerosas y los analistas tienen distintas opinones. Pero lo que si es cierto que ese 40% de la caída desde los máximos de 2014, situados en julio a 115 dólares por barril, hasta por debajo de los 68 dólares actuales, no ha tenido su misma repercusión en la gasolina y en el gasóleo. Los precios medios de ambos carburtantes subieron como la espuma con la escala del petróleo.
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