Entre 1338 y 1339, ratas infectadas por una variante de la enterobacteria Yersinia pestis transmitieron la peste negra a los habitantes de las zonas cercanas al Lago Issyk-Kul, situado al norte del actual Kirguistán, y marcaron el punto de inicio de una de las pandemias más mortíferas que ha afectado jamás al ser humano.
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