“Me preocupa, pero no al punto de no surfear”, explica Naoto Sakai, de 31 años, que acude al lugar al menos tres veces por semana para cabalgar sobre las olas. “Si tuviese que preocuparme por todo lo que como, por dónde vivo, me estresaría demasiado… Solo trato de no pensar demasiado”, añade.
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