Estoy sentado tranquilamente en mi escritorio. Ante mi está mi portátil apagado, con la pantalla emitiendo un tenue brillo como si estuviera luchando por mantenerse vivo. Parece herido, enfermo, como si me dijera apesadumbrado "¿por qué a mi?". Yo no se que contestarle... a mi también me engañaron. Me dijeron que todo iría más rápido, que me olvidaría de tener que actualizar drivers, que era más bonito... pero no fue así.
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