La historia es completamente absurda... y cierta. Ha ocurrido en un restaurante de Adelaida, Australia. Ian Jolly es invidente y salía a cenar tranquilamente con una amiga, como siempre les acompañaba su fiel perro guía “Nudge”. Al entrar en un restaurante les dijeron que el perro no podía entrar porque un camarero había dicho que su perro era gay. El ciego denunció los hechos y el tribunal condenó al restaurante a pagarle una indemnización de 1500 dólares y a ofrecerle una disculpa por escrito.
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