Cuando alguien nos dirige la pregunta, desde el punto de vista de alguna religión -¿Crees en Dios?- y respondemos que no, automáticamente buscan caracterizarnos como “ateos”, con una connotación negativa, como la del que “no cree”, la del “no creyente”; una ausencia, casi un defecto, una carencia. Oponiendo el religioso al “descreído”. Casi nos miran con pena, con lástima, con piedad.
|
etiquetas: religión , ateísmo , verdad revelada , pobre infiel