A las once de la noche del pasado viernes catorce de septiembre, Iván Lago salió de su casa de Maceiras para buscar a su gato, que tiene la mala e incómoda costumbre de escaparse de casa con la luna. Incrustada entre la costa y el monte, Maceiras es una pequeña aldea aldea gallega. «Cuando estaba a pocos metros de mi casa, con todo oscuro, escuché el grito de una vecina». Y enseguida su llamada desesperada: «¡Lume! ¡Lume!». Que, como todo el mundo sabe, significa fuego en gallego.
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