Si usted piensa que la pornografía es algo sucio, y le gusta esa sensación, no pare, siga leyendo. Se sentirá guarrísimo. Porque hoy les voy a hablar de una chica muy, pero que muy mala. Y muy descarada. Una fresca, vamos. Y de cómo esta golfilla hace alarde de una absoluta falta de escrúpulos, de un teatral desparpajo, de una capacidad inagotable para enfangarse hasta los corvejones, de una calentorra manera de hacer televisión. ¿Se está poniendo cachondo?
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