Cubrir a Donald Trump siempre ha sido un problema de difícil solución. Para empezar, toda su estrategia política desde que lanzó su campaña de primarias el 2015 consiste en decir burradas para atraer la atención. La astracanada, el exceso, las salidas de tono, el “no me puedo creer que ha dicho eso” fue cómo el Trump candidato dominó por completo la cobertura mediática, apabullando y empujando hacia la irrelevancia al resto de candidatos.Los periodistas no tienen ninguna obligación en poner un micrófono delante de alguien (...)
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