Las perspectivas macro, esos números que sólo entienden quienes diseccionan la economía, aterran si uno las mezcla en una coctelera y las sirve en el mismo plato. Pero lo que crea pánico de verdad, lo que hace a cualquiera –experto o no- entender la magnitud de la recesión, son los relatos del ciudadano a pie de calle, ese que no sabría explicar la diferencia entre el paro registrado y el paro de la EPA, pero que ve a diario con sus ojos y palpa con sus manos las consecuencias de una crisis que todo lo arrasa. Incluyendo optimismo y confianza.
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