Pío XII aprobó el decreto del Santo Oficio del 1º de julio de 1949 en que expresamente prohíbe la Iglesia inscribirse en los partidos comunistas o favorecerlos; publicar, difundir, leer libros, periódicos, diarios u hojas volantes que patrocinen la doctrina o la acción de los comunistas. Los que tal hacen, consciente y libremente, quedan excluidos de los sacramentos. Y los que profesan la doctrina del comunismo materialista, la defienden y propagan, incurren ipso facto en excomunión reservada de un modo especial al Romano Pontífice.
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