Una película con versión original en vasco, que se comercializará sin doblar por mandato del director, y que aborda el despertar homosexual de un cuarentón que vive y trabaja en el campo, no parece, a primera vista, una historia abocada a reventar las taquillas. Pero una cosa es que no estemos ante el próximo Ágora y otra que Francia, Alemania, Holanda, Israel o Taiwán tengan garantizado un estreno con el que en España ninguna distribuidora se ha atrevido hasta el momento.
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