Los aldeanos de inmediato agarraron las herramientas que tenían a mano y se dispusieron a acudir al pedido de auxilio del pobre pastor. Al llegar hasta la pradera lo encontraron deshaciéndose en risas en el suelo, por lo que descubrieron que todo había sido una broma de mal gusto. Los aldeanos se enfadaron con el pastor y regresaron a sus faenas molestos por la interrupción.
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