Jordi era un niño muy revoltoso y cuando se portaba mal le mandaban al despacho del director, «que me pegaba con una regla en el culo y luego me lo acariciaba. Así empezaron los tocamientos de quien era un pederasta en serie, el hermano jesuita y profesor Lluís To. Cuando se lo conté a un profesor del colegio, en vez de ayudarme, me dio un bofetón para que me callara», Era una verdadera omertá, la ley del silencio, a pesar de que en el colegio era un secreto a voces lo que el padre To hacía a los menores.
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