Efectivamente, tal y como Antroporama explica el atractivo sexual de los pechos femeninos tiene elementos biológicos conectados con la reproducción sexual; son algo así como objetos de atracción por naturaleza. La excitación sexual que se produce a través de los pechos está “inserta” en nuestro cerebro. El contacto e incluso la idea de la estimulación mamaria mediante los pezones activa áreas del cerebro vinculadas a los genitales. Hasta ahí todo es incontestable.
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