Es de estas historias que no dejan indiferente a nadie. De hecho, no espero que haya acuerdo en los comentarios (donde, ya os advierto, nos quedan cuatro días de seguir aguantando el spam... y hasta aquí puedo leer). Habrá quienes crean que es un detalle de amor inigualable y una forma de enfrentarse a las adversidades. En el otro bando dirán que la mujer debe intentar afrontar que su marido ha muerto, que eso sólo puede hacerle daño a sus dos hijos y que eso que ahora parece un guiño a la vida a la larga se convertirá en un problema...
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