“Dejad que los homosexuales tengan su marcha dondequiera que deseen, sin embargo, dejad Jerusalén y a sus peregrinos y familias en paz”, agrega Twal. «Esta marcha no sólo tiene lugar para proclamar los derechos de los homosexuales, sino que también para desafiar a la familia y al matrimonio, ambos instituidos por Dios, que bendice la unión entre el hombre y la mujer»
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