«Por primera vez, Dios tiene competencia», sostiene Pat Mooney, director del grupo ETC, que ha sacado a la luz la presentación en EEUU de la primera patente de un ser vivo artificial creado en un laboratorio. Se trata de una bacteria construida de ADN sintético y cuyo fin es producir etanol e hidrógeno, pero que abre una inquietante puerta al futuro.
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