En lo último en lo que se piensa es en el bolsillo porque la salud siempre es lo primero. Cuando uno va a un hospital en coche y lo deja en el aparcamiento del centro sanitario, lo que vayan a costar esas horas no importa demasiado. Acompañar o visitar a un ser querido enfermo trasciende a cualquier detalle monetario. Pero cuando se recoge el vehículo, el cajero automático escupe un escalofriante precio que pone los pies en el suelo. Un precio muy por encima de la media. Un precio incluso de récord local.
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