Sí, en pleno páramo soriano, a unos mil metros de altura y con una temperatura media de unos once grados centígrados, hay una palmera. No es una palmera al uso, es de piedra y lleva casi mil años sujetando la bóveda de una iglesia. En 1922 aparece un marchante de arte, que ofrece a los dueños de la ermita setenta y cinco mil pesetas por las pinturas. Y los vecinos venden, claro que venden. De repente alguien se percató de que la declaración de San Baudelio como Monumento Nacional no se había comunicado jamás a nadie.
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