Ramón R. todavía se pregunta por qué. No entiende cómo algo tan inocente como sacar una fotografía a una chica, y encima a petición de ella, pudiese acabar como acabó. Al menos cuatro jóvenes le propinaron una paliza, le golpearon con una máquina perforadora de papeles en la cara y la cabeza y no le dejaron hasta que llegó la policía. Ramón sigue pensando en lo que le ocurrió y no encuentra un sentido. “Fue en la calle, sin más. Le podría haber pasado a cualquiera”, reflexiona, aún a día de hoy con desconcierto.
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