Por sus salas, sus directores, los antiguos comisarios, los artistas y los espectadores, los aficionados, que si que los hay y se cuentan por miles, deambulan arrastrando los pies, con la mirada perdida y babeantes, añorando el arte que ya no se muestra, las exposiciones que se fueron para no volver, los debates, las conferencias que resuenan todavía en sus oídos… No se acabó la fiesta, se está acabando la cultura.
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