Unos juegan a pillar en el patio. Otros arreglan el jardín del cole. O pasan las horas muertas en la biblioteca leyendo cuentos. Puede que incluso, en los colegios mejor organizados, dediquen el tiempo a trabajar en valores. Pero desde luego no pueden avanzar en asignaturas del currículo, ni siquiera estudiar. Los centenares de escolares murcianos matriculados en la asignatura alternativa a Religión están en tierra de nadie; no tienen aula, ni materia que estudiar, ni examen que realizar.
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