En la vida las cosas se pueden hacer de muchas maneras pero, esencialmente, hay dos: “bien” o “mal”, aunque en este último caso hay un sub-modo que es el “muy mal”. Debo reconocer que esta evidencia tan de Perogrullo en la Administración no es tan evidente y casi siempre, cuando la cuestión deriva por los derroteros de intentar ahorrar unos céntimos de euros, eliminando servicios y personal que permitirán que esos euros escatimados a las necesidades esenciales de los ciudadanos se destinen a protocolo y demás zarandajas, entonces el modo ya es
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