Él creó Podemos y él va camino de liquidarlo. Así de simple. Podemos —no lo que representa, sino el partido— es hoy una nave que se dirige a ningún parte. Probablemente, porque cuando nació, recogiendo la estela del 15-M, solo tenía un rumbo: canalizar el descontento de millones de ciudadanos ante un sistema político, el bipartidismo, anegado de corrupción y de clientelismo político, y que había quedado al descubierto, como un rey desnudo, por la recesión.
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