"Decía Jose María Aznar, aquel presidente español tan especial, que admiraba a los neoconservadores americanos y españoles pero que él no podía ser uno de ellos, sencillamente, porque no había sido trotskista. A pesar de que se trata de un razonamiento de Aznar, os aseguro que en este caso y sin que sirva de precedente, es cualquier cosa menos un razonamiento estúpido. Efectivamente, los neocons estadounidenses, admiradores históricos de Ronald Reagan, que se hicieron famosos porque llegaron a controlar la política exterior de..."
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